Becaria en Oriente. I
- Elisa García Faya
- Jan 16, 2017
- 3 min read
PRIMERA PARTE DEL RESUMEN DE MIS PRÁCTICAS EN LA NUEVA ESPAÑA (2013, ASTURIAS)
Todo empieza cerca del final. Eso dice una conocida canción de Fito y Fitapaldis, a la que no quito la razón en estrofa alguna. Han pasado dos meses desde que llegué y son muchas las razones que tengo para estar satisfecha por haber aceptado en junio la propuesta de mi profesora, María Solano, de hacer prácticas en la sección del Oriente de La Nueva España. Por eso, en primer lugar, y aunque suene a topicazo, creo que lo primero es darle las gracias a María por su oferta y consejo. De esta manera, se las doy también al equipo que me ha acogido por todo lo que me ha enseñado.

“Necesitas aprender de periodistas de verdad”, me dijo Solano. Y así lo he hecho. Gracias a esta experiencia, hoy sé que “el periodismo es un titular y sus circunstancias”, que detrás de él, como en todo, “también hay números”. Soy consciente además de que en esta profesión “no se empieza por el principio sino por lo importante”. Tres sentencias que quedarán, gracias a la paciente insistencia de mi tutor de prácticas, Ramón Díaz, grabadas “a sangre y fuego” en mi mente. Si, por algún casual, me despisto y se me olvidan, no tengo más que acordarme de aquel anecdótico reportaje que hice el 9 de julio a bordo del Diosa Maat con los ecologistas en Lastres. Mareos aparte os diré que ninguno de los párrafos que escribí resultó ocupar después su sitio.
Y llegados a este punto, entra en juego, cómo no, mi padre. No podía faltar. ¿Qué haría yo sin ti, Papá? “Los becarios siempre llegan creyendo saberlo todo”, dice una y otra vez. Hoy, 31 de agosto, me río al transcribir sus palabras. Detrás de una crítica constructiva hay siempre una mano amiga a la que, al caer, no tenemos por qué temer agarrarnos.
Tengo que agradecer asimismo a Ramón el que me haya enseñado a hacer más sencilla la tan famosa ardua tarea de enfrentarse al folio en blanco. Ahora sé que es mucho más fácil si uno recurre a una frase potente o a una declaración.
Entendida queda además la importancia de humanizar la noticia. “Vas allí y hablas con la gente”. Es algo que Ramón me ha repetido millones de veces. Tantas que por fin me he dado cuenta de que el periodismo no es sino el empaparse de las historias que nos cuentan los demás.
He aprendido, por medio de reportajes como el de Ana María Joglar, la ganadera de Loreñe que protestó ante la Consejería por los polémicos casos de falsos positivos de los análisis de tuberculosis de las reses, que lo mejor de este oficio es el poder de dar voz a quienes no la tienen. Esas voces sin poder de las que el periodista Gabriel Galdón habla en sus escritos.
Se puede decir en definitiva que este verano he logrado dar vida a lo que, durante estos dos años de carrera, he aprendido en los libros. Aún me quedan tres cursos para licenciarme en Periodismo y Comunicación Audiovisual, pero sé que este verano he dado un paso de gigante. Aunque, como no podía ser de otra manera a mis 20 años, haya tropezado más de una vez por el camino.
Hay en el escritorio de mi ordenador una carpeta bautizada con las iniciales del periódico que en este tiempo me ha acogido, LNE. En ella, organizados alfabéticamente, se encuentran todos y cada uno de los artículos que he escrito en estos 60 días. “Accidente en Naves”, reza en su titular el primero. Un hombre que triplicaba la tasa de alcohol permitida en sangre salió ileso de una catástrofe en la que perdió sin embargo la vida su acompañante. Eran poco menos de las nueve de la mañana de aquel 20 de julio cuando sonó el teléfono y, tras comentarme lo poco que en ese instante se conocía de lo acontecido, Ramón me preguntó “¿es tu primer suceso?”. A continuación no pudo sino desearme mucha suerte. Yo por mi parte reconozco que mentí cuando aseguré estar despierta, pero me deshice de las sábanas y en un abrir y cerrar de ojos puse rumbo a Naves con los nervios a flor de piel.
No fue nada agradable tener que fotografiar un coche volcado sobre el techo con su conductor a la izquierda pidiendo que no lo hiciera.
[Continuará]
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