Mi paso por Vogue
- Elisa García Faya
- Sep 25, 2017
- 3 min read

Como las casualidades no existen y un lunes cualquiera tu vida entera puede dar un giro de 180 grados, tengo claro que todo pasa por algo. Si a mi el destino, que ya está escrito, me brindó la estupenda oportunidad de ser, durante seis meses, parte activa de la revista Vogue, conocida como La Biblia de la moda, fue… ¡porque andaba más perdida que un pulpo en un garaje!

Cursaba tercero de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad San Pablo CEU y mi queridísima Georgina Millet había venido desde Barcelona para estudiar moda en Madrid y hacer prácticas en Vogue como asistente de estilismo. Digo que yo andaba perdida porque aún no tenía claro a qué rama del Periodismo quería dedicarme. Sin embargo, sí sabía que me interesaba conocer qué hacia Gina en Vogue con pelos y señales. Por eso le pregunté en más de una ocasión. Aprendía mogollón de sus experiencias y no me cansaba de escucharlas.
Una tarde, allá por mayo, me llamó. Me dijo que tenían un shooting programado para el día siguiente en plató y que la segunda asistente se había puesto enferma. “¿Te gustaría venir?, necesitamos ayuda… y así te conocen”. No me lo pensé dos veces. De la sesión con la modelo no me recuerdo muy bien. Recuerdo que el estudio de foto me pareció más bien modesto. Desconozco si habrá cambiado mucho ahora. Pero le sacaban partido de una forma espectacular. El almacén era un sueño y la redacción súper luminosa. Un paraíso. Algo me dijo “tienes que quedarte aquí”. Pero aquel día acabó, el shooting fue de maravilla y me marché a casa con la miel en los labios. ¿Quién iba a decirme que en junio me volverían a llamar? Nunca me lo habría imaginado. Pero así fue. Me entrevistaron y… salí con idéntica sensación que la vez anterior. “Castellana 9-11 es muy grande para mi”, pensé. Pasó el verano. Sin noticias de Vogue. Y a finales de agosto recibí un mail. Que si me gustaría incorporarme en septiembre. ¡¿Qué si me gustaría incorporarme en septiembre?! Esta vez tampoco me lo pensé.

Durante mis prácticas asistí a Leonor Delkader en Vogue Suplementos y de vez en cuando a Marieta Torres y a Angela Collantes para las producciones de las ediciones normales. Buscaba looks de inspiración y, cuando las estilistas sabían lo qué querían, me ponía en contacto con las marcas y los showrooms con el fin de que nos enviasen las prendas que necesitábamos para las sesiones de fotos. La parte que se supone que era más rollo era la de hacer los créditos, pero yo me lo pasaba como una enana pidiendo precios y descripciones a quien correspondiera. Y ¿cómo sonaba aquello de “hay que llamar a París”?

Sigo sintiendo esa emoción. Y doy gracias a la experiencia por haberme dejado claro que lo mío no son la economía, ni la política o el periodismo científico. Que prefiero las revistas a los periódicos. Que me apasionan moda, la belleza y el lifestyle. Creo que, al ser temas que me llaman la atención y leo sin esfuerzo, los domino sin quererlo y los abordo en mis escritos con mucha más fluidez que si tuviera que cubrir la comparecencia de Rajoy en el Congreso de los Diputados. Sobre gustos… ya se sabe.
Sigo sintiendo esa emoción y ahora que la he encontrado no voy a soltarla. Pasa algo así como cuando de entre todos los cojines que tienes en tu cama sabes que solo puedes dormir cien por cien cómoda con uno de ellos. Y, cada noche, cuando te acuestas, lo buscas. Cuando lo tienes se te escapa un suspiro que significa "te encontré".
Haz de tu pasión tu profesión y no tendrás que trabajar nunca.
E.
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